Aunque usualmente se me ocurren ideas bastante formadas (después de que las dejo fermentar un rato) y los personajes y el marco —en términos generales— están ahí, mientras escribo la trama hay mucho para definir. Y mientras tengo suerte (toco madera) de haber evitado bloqueos significativos, hay una herramienta que me puede ayudar a ubicarme cuando estoy intentando definir cosas o si estoy un toque estancada: hacerme preguntas.
¿Quién? ¿Sobre quién es la historia? ¿Quién es el personaje principal (o hay varios)? ¿Quién es el héroe y quién el villano (si sigo ese concepto)? ¿Quién arranca la historia? ¿Quién vive, quién muere?
¿Qué?, y ¿cuál? ¿Cuál es el conflicto principal? ¿Cuáles son los conflictos secundarios? ¿Qué quiere lograr el personaje principal y qué quiere evitar? ¿Qué va a salir bien y qué va a salir mal? ¿Cuál es la motivación del personaje principal? ¿Cuál es la motivación del antagonista? ¿Cuál va a ser el tono? ¿Cuáles van a ser los temas?
¿Cómo? ¿Cómo va a ser narrada la historia? ¿Cómo se va a presentar a los personajes? ¿Cómo se va a presentar el conflicto? ¿Cómo se va a resolver? ¿Cómo va a empezar y terminar la historia? ¿Cómo afecta el marco a los personajes y a la trama?
¿Cuándo? ¿Cuándo tiene lugar la historia? ¿Cuándo (en qué momento) empieza y cuándo termina? ¿Hay distintos marcos temporales presentados?
¿Dónde? ¿Dónde tiene lugar la historia? ¿Dónde empieza y dónde termina? ¿El lugar es real o hay que construir un mundo?
¿Por qué? ¿Por qué las cosas salen mal? ¿Por qué salen bien? ¿Por qué la trama avanza como lo hace?
¿Por qué no? ¿Por qué las cosas no salen bien (a veces)? ¿Por qué la historia no tiene otro marco? ¿Por qué los personajes no se dan por vencidos?
Estas son sólo algunas de las preguntas que me ayudan a redondear la trama mientras la esbozo o intento superar alguna duda y avanzar.
Pero posiblemente la pregunta más importante que me hago es: ¿qué quiero contar con esta historia?