Distintas razones para un seudónimo

Mencioné que empecé con un seudónimo y cómo me resultó. También escribí sobre otros escritores que eligieron el mismo camino, por distintas razones.

Esto no es nada nuevo, pasa hace centenares de años. Las hermanas Brontë, por ejemplo, usaron seudónimos. Charlotte, Emily y Anne escribieron como Currer, Ellis y Acton Bell respectivamente. Esto era bastante común en ese entonces, especialmente porque a las escritoras no se las tomaba demasiado en serio y porque también podían preservar su privacidad. Otras escritoras que eligieron seudónimos masculinos fueron Mary Ann Evans (George Eliot) y Louisa May Alcott (A.M. Barnard), por sólo nombrar a dos de bastantes más.

Otra razón tiene que ver con géneros literarios y los prejuicios o las expectativas de los géneros (masculino, femenino, etc.) más aceptados (o menos mal visto para cada uno). Cuando se trata de romance o thrillers psicológicos que tienen como personaje principal a una mujer, las escritoras suelen tener mejores ventas, por lo que escritores (masculinos) pueden optar por seudónimos femeninos o neutros. Algunos ejemplos incluyen a Tom Huff publicando como Jennifer Wilde y Todd Ritter como Riley Sager.

Otra razón para elegir un seudónimo es si el nombre del escritor es muy parecido al de otro (ya establecido). Lo mismo pasa en Hollywood, donde actores pueden elegir otro nombre antes de empezar con las audiciones porque tienen un nombre similar o idéntico a alguien ya registrado en el Screen Actors Guild (preguntale a Emma Stone).

El anonimato también es una razón recurrente; Elena Ferrante puede ser el caso más famoso de la última década (especialmente porque la persona no fue dejada en paz — estoy totalmente en desacuerdo con lo que hizo el periodista).

Por algo más o menos parecido, autores que ya son conocidos pueden querer publicar nuevos textos con un seudónimo para que no se los asocie (esto puede ser por una variedad de razones). Cuando escritores se mandan a nuevos géneros, por ejemplo, pueden optar por un nombre distinto porque los lectores pueden dudar. Nora Roberts y J. D. Robb son una persona, Dean Koontz publicó novelas bajo los seudónimos Deanna Dwyer y Leigh Nichols, mientras Stephen King también escribió como Richard Bachman, John Swithen y Beryl Evans.

Lemony Snicket es un caso famoso de seudónimo porque el autor firma los textos como uno de los personajes involucrados en la historia, agregándole todo un nivel meta a los libros.

Y cuando hay más de un autor involucrado, se puede optar por especificar la co-autoría o puede haber un seudónimo colectivo que representa a ambas partes. Algunos ejemplos incluyen a Tania Carver (Martyn y Linda Waites) y Christina Lauren (Christina Hobbs y Lauren Billings).

Yendo un paso más adelante, los seudónimos colectivos pueden ser usados para series de textos que son escritos por varios autores (a veces, escritores fantasma), usualmente siguiendo ciertas reglas. Mientras Leslie Charteris fue el escritor original de los textos en su serie The Sain, después de 1963 él siguió trabajando en las tramas y como editor mientras escritores fantasmas se incorporaron a los proyectos. Similarmente, Francine Pascal trabajó con escritores fantasmas en sus varios libros de Sweet Valley.

Como podés ver, hay varias razones por las que escritores eligen (o eligieron) ser publicados bajo seudónimo. ¿Es el caso de tu escritor favorito?

Moira Daly

  • ¿Sentís estrés? Relajate
  • Sobre reseñas