Básicamente hay dos formas para publicar libros. La diferencia principal entre ellas es que en una, la editorial se ocupa de los gastos, y en la otra, el autor es responsable.
La primera opción, más tradicional, requiere encontrar un agente literario —alguien que conoce editores y que te puede conseguir el mejor contrato posible— y, consecuentemente, un editor y una editorial.
En esta situación, el libro se corrige y edita en la editorial, y hay un ida y vuelta entre el editor y el autor a medida que hay preguntas, respuestas, sugerencias y reescrituras. Un diseñador se ocupa de la diagramación del texto (y de las imágenes, si las hubiera) y un ilustrador —o a veces un diseñador— crea la tapa del libro.
En una editorial, muchas personas trabajan en equipo durante la pre-producción, la producción y la post-producción. Dependiendo del caso, los editores pueden opinar en la campaña de marketing, y desde su experiencia y teniendo en cuenta al público, también pueden influir en las decisiones de distribución. Editar un libro y publicarlo también incluye el mundo de las finanzas —no es mi fuerte— y a otros profesionales. Generalizando, el autor se ocupa de escribir y la editorial de los aspectos comerciales.
La otra forma de publicar un libro —el camino que tomé— es autoeditarse. Hay editoriales que dan la posibilidad de autoedición, sin que sea necesaria la intervención de un agente literario. Usualmente ofrecen los servicios de editores, correctores, diseñadores e ilustradores que puedan trabajar en el libro, pero los costos corren por parte del autor.
También hay plataformas online que permiten publicar ebooks (libros digitales), lo que elimina los costos de impresión, y otras que también ofrecen la opción de impresión a demanda (sólo se imprime el libro una vez que se compró, entonces no quedan ejemplares sin vender).
Algunas editoriales para autores que se autoeditan ofrecen la posibilidad de comercialización y marketing. Los escritores usualmente tienen un rol más activo cuando se trata de autoedición, porque tienen que buscar las herramientas necesarias para la producción y promoción, como mínimo.
¿Por qué elegí el camino de autoedición? La respuesta es simple: recibí más de doscientos emails de rechazo a mis propuestas y esperé muchos meses una respuesta positiva. Sólo recibí un email pidiendo unos capítulos de A Full Moon’s Night pero nunca tuve más noticias por parte del agente literario. Me puse un límite; decidí que no iba a pasar mi carrera como escritora esperando a que un agente me quisiera tomar como cliente, así que después de ocho meses, le di The Last Summer a algunos lectores de borradores y les pedí su opinión.
Sé que el trabajo de un agente literario es difícil; en un email tienen que leer sobre un autor, un resumen de un libro, un fragmento, y tienen que decidir —basándose en sus instintos— si quieren avanzar con esa historia o no.
Honestamente, no soy muy buena vendiéndome. Si leyera los emails que mandé, probablemente me sienta avergonzada y piense “No me estaba esforzando mucho, ¿no?”. Para algunos puede ser más fácil, pero a mí me falta esa cualidad auto-marketinera y no me sentía cómoda con el proceso.
Así que decidí probar sola. ¿Es fácil? No. Conozco muchos de los temas de la edición y publicación de libros porque soy editora y por mi experiencia profesional; si no lo hiciera, no hubiera logrado las cosas como lo hice. Sé que el diseño no es mi fuerte, así que le pido ayuda a mis amigos, que siempre están dispuestos a ayudar.
Es crucial tener gente en tu vida que te pueda dar consejos o una mano para editar y publicar tus historias, especialmente cuando se trata de autoedición; al menos, eso pienso.
¿Tenés alguna pregunta sobre estas descripciones generales? ¿Cuáles pensás que son los pros y contras (además del aspecto de financiación) de cada sistema?